
Inspirados por estos nanotermómetros naturales que, como se ha dicho, son normalmente 20.000 veces más pequeños que el grosor de un cabello humano, el equipo de David Gareau, Alexis Vallée-Bélisle y Arnaud Desrosiers, de la Universidad de Montreal en Canadá, ha creado varias estructuras de ADN que pueden plegarse y desplegarse a temperaturas específicamente definidas.
Estos termómetros nanométricos abren muchas y emocionantes vías de avance en el emergente campo de la nanotecnología, y podrían incluso ayudar a incrementar lo que la ciencia sabe de la biología molecular. Aún restan muchas preguntas sin responder en esta rama de la ciencia. Por ejemplo, sabemos que la temperatura dentro del cuerpo humano se mantiene en 37 grados centígrados, pero se desconoce si existe una gran variación de ella en la escala nanométrica, dentro de cada célula individual.
Es previsible que en un futuro cercano estos nanotermómetros basados en el ADN puedan ser instalados en dispositivos electrónicos a fin de permitirles monitorizar la variación local de temperaturas en la escala nanométrica.
Fuente: NYCT